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¿Quién debe traducir a quién?

Una de las misiones de la traducción es reproducir mensajes, ideas, historias… de otros autores. Pero para cumplirla, ¿hace falta parecerse? ¿Es necesario que haya una afinidad con el autor o autora? ¿Quién puede o debe traducir a quién?

Parecerse o no parecerse. Esa es la cuestión que últimamente se debate en el sector de la traducción.

Este tema no es nuevo, pero recientemente dio un giro apasionado con el caso de Amanda Gorman, del que ya hablamos en nuestro repaso de polémicas del año pasado.

¿Quién puede traducir a Amanda Gorman?

Gorman-AmandaA principios de 2021 estallaba en Holanda una polémica sobre la traducción del poema The Hill We Climb, que Amanda Gorman leyó en la toma de posesión del presidente de EE. UU., Joe Biden.

 

La editorial holandesa Meulenhoff eligió para la traducción a la escritora Marieke Lucas Rijneveld, la persona más joven (29 años) en ganar el prestigioso premio Booker Internacional con su primera novela, La inquietud de la noche.

Blanca y de género no binario, Rijneveld había sido aceptada por Gorman y su equipo. Pero un artículo de la periodista y activista negra holandesa, Janice Deul, que calificaba de incomprensible que no se hubiera elegido a una traductora “negra”, generó un gran debate que se saldó con la renuncia de Rijneveld a la traducción.

Como consecuencia, numerosas figuras del mundo literario, escandalizadas, exigieron el derecho a traducir sin restricciones a personas que fueran diferentes de ellas.

Pocas semanas después, la polémica llegaba a España. La editorial responsable de la traducción del poema al catalán recibía instrucciones de los representantes de Gorman sobre el perfil más adecuado para la traducción: “O mujer joven o de orígenes africanos o que tuviera un perfil activista”.

Así, el traductor inicialmente propuesto, el poeta Víctor Obiols, era reemplazado por la también poeta, María Cabrera.

Las afinidades en la traducción

¿Debe un autor/a tener la potestad de aprobar a su traductor/a, de la misma manera que se aprueba la portada del libro? ¿Y que, además, este beneplácito se base en características no profesionales? ¿Las afinidades personales, biológicas, raciales son un factor clave para visibilizar determinadas luchas sociales?

Habrá escritores procedentes de grupos marginados que prefieran ser traducidos por alguien que se les parezca, quizás por sus orígenes o experiencias. En cambio, a otros les dará igual.

  • Por un lado, está la retórica de los derechos (“un traductor debería tener derecho a traducir a cualquier autor”) y de la profesionalidad (“un traductor literario, si es profesional, puede traducir a cualquier autor”).

 

  • Por otro, el argumento de la afinidad identitaria (“una traductora negra que sufre la misma discriminación racial que la autora sería la traductora más adecuada”) y de la marginación (“¿una traductora negra tiene las mismas oportunidades que un traductor blanco?).

Elegir a un traductor blanco como primera opción ¿realmente atiende a criterios profesionales o a privilegios?

Para muchos, la traducción debe permanecer al margen de la política y plantear quién puede o debe traducir solo perjudica al sector. Traductoras como Nuria Barrios han declarado que “el activismo no cabe en la traducción”.

Pero sería iluso pensar que el mundo de la traducción se escapa de las desigualdades de clase, de género y de raza imperantes. Y el escándalo en torno a la traducción de Amanda Gorman lo ha puesto de relieve.

Diversidad y desigualdad en el mundo de la traducción

Traducimos (y leemos traducciones) para abrirnos a otras voces, a otros mundos, a otras realidades, en definitiva, para abrirnos a la diversidad… Pero, como apunta la escritora y traductora canadiense Lori Saint-Martin:

La historia de la traducción fue, hasta hace muy poco tiempo, la historia de hombres blancos privilegiados que se traducían entre sí”.

Y, aunque cada vez hay una mayor diversidad, no tanta como sería justa.

En 2017 un estudio realizado en Estados Unidos por la asociación Authors Guild puso de relieve que, de los traductores activos, el 83% eran blancos y solo el 1,5% eran negros o afroamericanos. La profesión debe abrirse, por tanto, a traductores diversos y ofrecerles oportunidades.

Para finalizar y volviendo a las afinidades y al caso de Amanda Gorman:

En un caso tan simbólico y de tanta notoriedad, la elección de una joven traductora negra ¿no habría sido un magnífico gesto de apoyo a la igualdad y la diversidad?

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