En un artículo anterior, Germán Garis, Director General de GeaSpeak SRL, nos habló del español neutro, que vendría a ser una supravariante concebida como “una lengua vehicular con fines comunicativos, cuyo propósito es facilitar la intercomprensión internacional, sin ir en detrimento de las variantes locales o nacionales.”
Comenzamos una serie de artículos sobre otros dos adjetivos íntimamente relacionados con los idiomas, pero que, a diferencia del anterior, no solo atañerían al español o castellano, sino a cualquier lengua. Nos referimos a “fácil” y “claro”, “easy” y “plain”, en sus denominaciones inglesas.
Y es que, aunque ambos comparten el objetivo de que todos los ciudadanos tengan la información que necesitan de forma comprensible, hay que distinguir entre “lenguaje claro” y “lectura fácil”, a pesar de sus similitudes. Así, el lenguaje claro va dirigido al conjunto de la población y se basa en una serie de normas de redacción que facilitan la comprensión, mientras que la lectura fácil está dirigida sobre todo a personas con dificultades cognitivas o con un escaso conocimiento del idioma.
Tanto la Declaración Universal de los Derechos Humanos (artículos 22 y 27) como la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad (artículos 2, 9, 21 y 30) la mencionan directa o indirectamente.
Las Normas uniformes sobre la igualdad de oportunidades de las personas con discapacidad de la Organización de Naciones Unidas recogen, en su artículo 5 sobre Acceso a la información y la comunicación:
“Las personas con discapacidad (…) deben tener acceso en todas las etapas a una información completa sobre el diagnóstico, los derechos y los servicios y programas disponibles. Esa información debe presentarse en forma que resulte accesible para las personas con discapacidad. (…) Los Estados deben elaborar estrategias para que los servicios de información y documentación sean accesibles a diferentes grupos de personas con discapacidad. (…) Los Estados deben estimular a los medios de información (…) a que hagan accesibles sus servicios.”
En España, la Constitución de 1978 la recoge y es abundante la legislación que promueve directa o indirectamente la lectura fácil.
20 reglas sobre lectura fácil:
Estas serían las 20 reglas generales para posibilitar una lectura fácil, aplicables a la ortografía, gramática, léxico, estilo, diseño y maquetación, imágenes, impresión, etc.
- Averiguar todo lo que se pueda sobre las personas que van a usar la información y sobre sus necesidades.
- Elegir el mejor formato para la información. Por ejemplo, para algunas personas la información con imágenes o sonidos puede ser mejor que la información escrita.
- Usar siempre el lenguaje más adecuado para las personas a las que va dirigida la información.
- Asegurarse de explicarlo claramente, pues puede que las personas que van a usar la información no sepan mucho del tema.
- Contar siempre con personas con discapacidad intelectual al preparar la información.
- Usar palabras fáciles de comprender que las personas conozcan.
- No usar palabras difíciles. Si es necesario, asegurarse siempre de explicarlas con claridad.
- Usar ejemplos para explicar las cosas.
- Usar la misma palabra para describir la misma cosa en todo el escrito.
- No usar ideas difíciles, como las metáforas.
- No usar palabras de otro idioma a no ser que sean muy conocidas.
- Evitar usar iniciales. Usa la palabra entera cuando sea posible.
- Los porcentajes y los números grandes son difíciles de comprender. En su lugar, usar palabras como “pocos” y “muchos”.
- Hacer siempre frases cortas.
- Hablar directamente a las personas. Usar palabras como “usted” o “tú” para hacerlo.
- Cuando sea posible, usar frases positivas en vez de frases negativas.
- Cuando sea posible, usar frases activas en lugar de frases pasivas.
- Poner la información siempre en el orden que sea más fácil de entender y de seguir.
- Poner junta toda la información sobre el mismo tema.
- Repetir información importante está bien. Explicar palabras difíciles más de una vez está bien.
El primer libro creado con el método de lectura fácil se publicó en 1968 en Suecia a través del Centro de Lectura Fácil, creado ese mismo año a instancias de la Agencia Sueca de Educación. En 1984 nació el primer periódico en lectura fácil, titulado 8 páginas, también en Suecia.
La primera sentencia judicial en lectura fácil del mundo se produjo en México en el año 2013. El 16 de octubre, la Primera Sala de la Suprema Corte de la Nación de México concedió el amparo solicitado a un joven de 25 años diagnosticado con síndrome de Asperger.
En España existen multitud de organizaciones dedicadas a promover la lectura fácil y otros recursos. Entre ellas, portales de noticias como Noticias Fácil o portales de libros como Léelo fácil.
En 2015, Dilofácil, Cooperativa Altavoz y Plena Inclusión presentaron una versión de la Constitución Española en lectura fácil. Más recientemente, el Parlamento de Navarra, por ejemplo, en colaboración con el Comité de Representantes de Personas con Discapacidad de Navarra, redactó una versión de la Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra en lectura fácil, y también una guía sobre su funcionamiento, esta vez con la Asociación Navarra en Favor de las Personas con Discapacidad Intelectual o del Desarrollo.
Libro recomendado:
Lectura fácil
Lectura fácil es una novela de la escritora española Cristina Morales, publicada en 2018 por la editorial Anagrama. La obra fue un éxito comercial y crítico, galardonada con el Premio Herralde de Novela 2018 y el Premio Nacional de Narrativa 2019.
La trama gira en torno a cuatro mujeres con discapacidad intelectual que conviven en un piso tutelado de la Generalitat en Barcelona, durante el tiempo de la alcaldía de Ada Colau. Se describe la vida cotidiana de estas mujeres, sus necesidades económicas y afectivas, las asambleas anarquistas, las clases de danza o las declaraciones judiciales.
La estructura de la novela intercala distintos géneros textuales, desde un fanzine anarquista y actas judiciales hasta mensajes de WhatsApp escritos en lectura fácil.
A finales de 2019, el diario español El País la ubicó en el puesto 43 en su lista de los 100 mejores libros del siglo XXI.